jueves, 31 de diciembre de 2009

Del nuevo año, y otras cosas...

Hola! Qué extraño recibir la noticia de que pronto será 2010. Quiero decir, en Colombia son las 9 de la noche del 31 de diciembre de 2009, y en mi mente están frescos los recuerdos de enero, cuando pensaba sobre lo que fue mi último año en el colegio, como estudiante de undécimo grado. De hecho, tengo frescas demasiadas cosas... que quizás no debería. Bueno, de hecho no es lo que realmente quiero decir. Todos los recuerdos valen demasiado, y este año tuve la oportunidad de vivir montones de experiencias, que si bien no todas fueron las más agradables, me permitieron aprender mucho, fortalecerme y crecer como persona. Eso es lo importante, ne? Aunque es divertido quejarse a veces. Soy adolescente y por añadidura, una lunática, así que supongo que deberían entender.

El caso xD. Muchas veces a lo largo de este año maldije de aquí para allá diciendo que al terminar 2008, esperaba algo medianamente decente, y que de hecho me había salido uno mucho peor. Pues no. No tengo derecho alguno de quejarme por este año, ya que, como mencioné, aprendí mucho, y viví experiencias que no cambiaría por nada. Ahora aprecio más a las personas, tanto las que están conmigo, como las que no. Además, me gradué, y eso es algo de lo que debo estar muy agradecida.

¿Cómo paso esta fecha? En mi casa, tranquila, con la familia. Reunidos en torno a una cena deliciosa (el arroz con maíz y queso, debo decir, es mi favorito. Súmenle las pastas con queso parmesano del almuerzo, las uvas de las onces, y el combo de nuggets de mcdonald's, así que estoy en medio de un episodio previo al colapso por indigestión, suponiendo que eso existiera en el mundo de la gente cuerda), en medio de los gritos de delirio de mi hermano corriendo porque quiere tener más fotos de su rompecabezas de spider man armado, y los regaños de mi madre, y mis quejas masculladas entre dientes sobre la tontería que significa esperar antes de comer, porque lo único que hay que decir es "feliz año". ¿Saben qué? No tengo la mejor familia del mundo, ni la más cuerda... pero para mí, sí es la mejor. Porque una demente como yo no habría podido salir de otra familia, en serio, así que arrancar el año con estas personas, significa una satisfacción.

Ya sé que no acostumbro poner entradas de este tipo, en el blog... estas cosas las reservo para el LiveJournal, o el espacio de msn. Sin embargo, alguna vez escribí aquí que soy la dueña de esto, y hago lo que se me dé la gana. He dicho, carajo! Supongo que debo retirarme, porque en un momento iremos al apartamento de los vecinos, donde por cierto, no falta el alcohol de diferentes tipos (la vez pasada, con dos copas de un coctel a base de pisco, terminé diciendo cosas extrañas en una llamada telefónica...). Ya veremos qué pasa. Luego, pasaré las primeras horas de 2010 en mi sofá cama, abrazada al peluche de Mokona que no suelto desde que me lo regalaron por mi cumpleaños. Ahí se ven, feliz año a todos... todos (?), se les quiere.

jueves, 24 de diciembre de 2009

Another stupid story.

I was in the middle of one of my very usual daydreams. It was more believable than normally, at least. In this one, I was a political full of money and positive critics, and love… and I was so perfect, beautiful and kind. Well, no as real as I thought, I guess, but definitely more than usual.

-Beth, you silly creature, come here and help me with this papers… I can’t find where the hell Marc hid the contract.

I sighed deeply, trying not to snort.

-I’ll go as soon as I have ended with this-I replied, pretending to be very busy with the computer in front of me.

-You, stupid liar, come here and help me, or I’ll… dismiss you.

-You wish you could that, miss Horrible Dragon… sorry but the world is not in your hairy claws-I said, trying not to laugh while I imagined the expression in her face: absolutely priceless. Instead, I stood up and went to her office –I feel very compassionate of you today, so be thankful because I’ll give you a hand with that.

-Oh, what more could I ask for?-she answered rolling her eyes.

We started searching in the heap of papers and bills, until I finally saw the contract in the middle of one large pile.

-Here-I said, giving to her the paper –Now, I can go back to my office and be happy for the rest of the afternoon.

-I’m going to New York-she announced, suddenly. Her tone of voice was the same that a person who was going to be surgeon could have.

-When?

-Next year.

-What? And didn’t you think about notifying your best friend, maybe?

-I’m just doing that.

-Are you being serious?

-In fact, nope… I’m just going to go there for holidays, with my parents.

-Oh, you…

-Don’t you dare…

-Ok, ok. But don’t you dare to say things like that again if you want to preserve that head of yours in its place.

She nodded, laughing. I went to my office and began daydreaming again. That would be a long afternoon.


--

Hice esta cosa para la clase de inglés. Hoy estaba borrando absolutamente todo, y decidí dejar como legado uno de los escritos sin sentido. Ya saben, recuerdos, y esas cosas... en fin xD.

lunes, 23 de noviembre de 2009

Sin título

Silencio. Completo silencio. Solos tú y tus pensamientos, dando vueltas lentamente alrededor de tu cabeza. Demasiado lento. Demasiadas imágenes. Demasiadas palabras. Entonces, ya no estás solo. El sonido del reloj se arrastra en tus oídos, lentamente, pero tan fuerte, como si estuviera incrustado en tu cabeza. Tu cuerpo se encoge ante la comprensión de la señal. Tiempo. Todo es acerca de él. Cuánto ha pasado, cuánto queda. Cuánto tiempo pasa mientras tú estás sentado aguardando. ¿Por cuánto tiempo más? Una carrera contrarreloj. Tic, tac. Una y otra vez en tu cabeza. Repetitivo, constante. Algo que nunca se detiene, por más que desees que pare, se acelere o se retrase… siempre es igual. Tic, tac. Es como si… casi como si… No. Debes callar a ese reloj.

Te levantas desesperado, y conectas el equipo de sonido. Música a todo volumen. No más reloj. No más tiempo. Solo la guitarra eléctrica, el bajo, la batería, y la voz en tu mente. Cuando nadie comprende, tú lo haces. Pero no es que comprendas la vida, no. Sólo te comprendes mejor que nadie. Porque nadie más ha querido hacerlo. Porque nadie más que tú lo hará jamás. Nunca ha importado. Nunca importará. Sólo cierra la boca, cúrvala en una sonrisa. Será igual que siempre. Pocas personas te importan. Y sabes que para algunas de ellas, también eres importante. Es suficiente con mantener a tu lado aquellas que quieran estarlo. Aquellas a quienes les puedas mostrar lo que deseas. Aquellas que quieran verlo. Tic, tac.

Otra vez te sumerges en la música. Porque no importa cuánto duela. Sigues creyendo en evitar, en atrasar, en intentar. El reloj es un enemigo. Pero puede usarse a tu favor. Sólo debes serenarte. Quizás no todo sea tan oscuro, y sólo sea obra de… bueno, no importa. Pero mientras tengas lo necesario para que tu cuerpo sobreviva bien, debes encargarte de tu alma. Siendo mejor persona. Aprendiendo, no dejándote llevar por la primera emoción que te sacuda completamente y quiera moverte a hacer algo de lo que te arrepentirás. Qué inmaduro e injusto es no valorar lo que tienes. Qué inmaduro e injusto es sólo darte cuenta de ello, una vez que lo has perdido. Y así es la naturaleza del ser humano. Pero que sea algo natural, no significa que sea completamente inevitable. No todas las veces puedes dar la espalda, argumentando que es parte de ti. Si realmente amas, lucha por ello. No te dejes vencer. Levántate el mismo número de veces que caigas. Aún tienes una pelea pendiente con el reloj.

viernes, 11 de septiembre de 2009

Gracias

Gracias.

Gracias por estar ahí. Por aguantarme cuando ni yo misma soy capaz de hacerlo. Por animarte a hablarme para salvar esto aún cuando a veces no soportamos a nadie. Por compartir tantas cosas. Por perdonar mis embarradas. Por mostrarme tu apoyo. Por preocuparte por mí. Por ser la única persona a mi lado cuando lo demás se desmoronó. Por conocerme. Por explicarme pacientemente. Por ser la única sincera cuando los demás hablaban a mis espaldas. Por tus consejos. Gracias por entenderme. Gracias por las risas, sonrisas, lágrimas, recuerdos, malas miradas y abrazos.

Gracias por las palabras y el “ocohate”, por las explicaciones de álgebra, cálculo, química, programación… Por ayudarme a no permitir que esto se dañara cuando ambas soñábamos con tener para cada una algo que a la larga no era para ninguna de las dos. Por cada guía, libro y documento escaneado. Por escucharme cuando no podía más con todo y te hablé durante largo rato de lo que me pasaba. Por no juzgarme por mis errores. Por creer en mí. Por crecer conmigo y darme un poquito de tu madurez. Por disculpar mi ignorancia cuando no hacía más que mirarte en silencio sin saber cómo actuar. Por ofrecerme un hombro donde llorar. Por las cartas, las fotos, los regalos de 15 dados a lo largo del año. Gracias por las idas a cine. Por las carcajadas en el suelo de la sala de gran estación. Gracias por aceptarme de integrada después de las fiestas, y de paso, antes del ICFES (jajaja). Por el kame hame ha. Por sacar a la niña extraña que hay en mí (?). Por mostrarme que la amistad SÍ existe. Por recomendarme canciones. Por contarme películas de las que no tenía ni idea. Gracias por hacerme reír a carcajadas con el “no, no, no, no, no pofavoo”. Por ver conmigo todas las películas malas que nos ha tocado, así sea para burlarnos después. Y gracias por ese millón de cosas que falta por mencionar, y las que aún no llegan. Te quiero mucho.

lunes, 24 de agosto de 2009

Respira

Escuché el sonido del silencio que quedó flotando en el aire una vez la puerta se cerró con fuerza. Esperé prudentemente un par de minutos más, casi conteniendo la respiración, como si el mínimo ruido alertara a todos los demás de lo que iba a hacer. Como si alguien se preocupara por lo que fuera a sucederme. Más allá de las apariencias y el mundo de la falsa preocupación con la cual se me acercaban. Más allá, incluso, de lo que tú dirías. Llevaba mucho tiempo jugando a la invulnerabilidad. Demasiado. Todos me creían, todos quedaban engañados por la fachada. Mi corazón se encogía y gritaba, mientras yo, con una carcajada, respondía a los acontecimientos del mundo exterior. Se parecía un poco a estirar una banda elástica para comprobar su resistencia. ¿Cuál era la mía? ¿Qué iba a pasar cuando quedara simplemente… rota? Cerré los ojos y corregí mis pensamientos. Enfrentaba el mundo con una carcajada a pesar de los problemas, porque en realidad era mi manera de superarlos, de dejarlos atrás. Lástima que todo tomara tiempo, y mientras tanto, en mis momentos de flaqueza, debiera recostarme contra la pared y dejar que las lágrimas corrieran sin cesar por mi rostro, para evitar convertirme en un objeto, en una muñeca falsa, o en una misántropa. Para evitar convertirme en lo que no era, y lo que no deseaba hacer de mí. Después de todo, la vida tiene momentos difíciles, pero esa no es razón para dejarse vencer.

jueves, 20 de agosto de 2009

Erikadas

¿Hemos hablado ya de las cosas que me pasan a mí y sólo a mí? Como lo del centro comercial... ah, y que hoy casi me caigo del bus. Otra vez. No pregunten.

¿Alguna otra para añadir a la lista? Bueno, mi evidente carencia de sentido de orientación. También... oh, bueno. Son demasiadas. Como cuando uno deja caer el celular en el agua, y no se da cuenta.

Es que hay gente salada, gente tonta... y yo.

Les contaré... ayer estaba muy feliz y campante en mi casita, cuando la vecina (otra miembro honorario del club de los salados) timbró para contarme que el apto se había inundado. Yo, como buena ciudadana que soy (?), tomé una toalla, un trapero y un montón de recipientes para ayudarla.

Al cabo de un rato de limpiar, y al ver que no llegaba mi mamá, fui por mi celular para llamarla, pero como no contestaba, me lo llevé a la casa de la vecina. Una vez me comuniqué, guardé el cel en el pantalón y seguí limpiando.

Ahora bien, no sé en qué momento se cayó y los hijos de la vecina lo recogieron. Sé que volví a mi casa y alcancé a hacer un par de cosas random antes de acordarme del teléfono y buscarlo en mi pantalón. Pero vamos, soy Erika. Debí suponerlo. Claro, se había caído.

Cuando me lo entregaron, estaba mojado. Lo expuse al secador un buen rato, y más tarde intenté prenderlo, pero no servía. Claro, ahí entra mi mala suerte. Es que resulta que no se pudo caer cualquiera de los celulares anteriores que he tenido, sino este, que, al ser herencia de mi primo, vale más que todos los anteriores juntos. Tampoco pudo ser el de mi nana, que es mucho más económico. Insisto, soy Erika.

¿La buena noticia? Esta mañana, antes de que cayera definitivamente en un colapso nervioso, decidió servir. Y la lección del día de hoy: Erikadas como esas me persiguen, y lo harán por el resto de mi vida.


Bueno, debo admitirlo. Esta entrada tiene su origen en que estoy muy entusiasmada. Vamos, ¿no creen que le hacía falta alguna cosa x al blog? Con tanto tinte emo... No es que los problemas se hayan evaporado. Pero... ¡Luna nueva se estrena el 27 de noviembre en Colombia! Es algo para... ser feliz. Muy feliz.

Sólo un ratito, ¿sí? Dedicaré un tiempo a mi pequeño paraíso privado: Una segunda parte que sé que estará mucho mejor que la primera.

Ahí se ven :)

jueves, 13 de agosto de 2009

Interrogación

Ya sé que la vida no es perfecta. He tenido más de 16 años para entender ese concepto. Sin embargo, ¿por qué cuando algo se arregla, todo lo demás tiene que irse al piso? Vamos, que la vida es bella a pesar de los problemas pero... parece que hay años en que simplemente todo confabula para complicarse a la vez, qué conveniente.

¿Cómo es que los seres humanos siempre tenemos la capacidad de culpar a los demás por nuestros errores? O incluso podemos simplemente generar problemas y ver cómo crecen frente a nuestras narices sin que realmente hagamos nada por arreglarlos. Todo sería más fácil si tuviéramos a la mano una guía para actuar de un modo específico frente a ciertas situaciones. Aburrido y conformista, sí, pero a veces es sencillamente todo lo que uno podría querer.

¿Qué haces cuando tú estás bien pero los que están a tu alrededor no, y no sabes cómo ayudarlos sin perjudicarte a tí mismo y a todos en consecuencia? Un montón de factores influyen en ese tipo de situaciones, pero a la larga todo se limita a la naturaleza humana, que sencillamente nos otorga la increíble y nada envidiable capacidad de crearnos dificultades. Además, es como si los problemas del pasado también recordaran que tienen una labor, y es fastidiarte la vida.

Sí, la vida es una cosa complicada.

lunes, 3 de agosto de 2009

Consejo

De mí... para mí.

A veces las cosas simplemente se las arreglan para complicarse. Es como ir un día caminando por la calle, y que de repente un montón de cosas te sucedan, te hagan estrellarte de cabeza contra el suelo, y te saquen de tu ignorancia. Te hagan ver lo que hay a tu alrededor. Te hagan tomar aire profundamente, apretar los ojos y decir “ok, tengo que poder con esto”. Pero no todo es tan sencillo. No hay una llave que, con sólo desearlo, te abra todas las puertas. O te permita dar regresar al pasado. Las cosas tienen una razón… pero generalmente eres tú, y otras personas quienes la dan. ¿Y qué pasa cuando te enteras de que es tu culpa? O cuando, por el contrario, lo que ocurre no depende de ti y debes quedarte del otro lado mirando, con el corazón en una mano, cómo son las personas que te importan las que se ven implicadas.

Nadie dijo que la vida era fácil. Puedes durar horas y horas girando alrededor del mismo tema. Días, meses, años y décadas. Nunca tendrá conclusiones definidas. Del mismo modo, nunca encontrarás soluciones para algunas cosas. O al menos, no del modo que tú esperas. Y hay que aprender a vivir con eso. ¿Qué pasa cuando te das cuenta que las personas que hicieron parte de tu vida pueden estar mejor sin ti? Aprende a vivir con ello, con el consuelo de que esas personas estarán bien. Y seguramente podrás estarlo, algún día. Porque las personas vienen y se van, pero dejan una huella en tu corazón. Y si esa huella es lo único que puedes conservar de ellas, aprende a sacar lo mejor de los recuerdos, y resígnate. Hay alguien más que seguramente necesita de ti. No importa si es alguien cercano, o tú mismo. Abre los ojos, mira a tu alrededor y prepárate para un día más en este mundo enloquecido y extraño. En el mundo del cual haces parte.

lunes, 13 de julio de 2009

Monólogo escrito

¿Qué tal?

Hoy no vengo con ningún texto de tinte depresivo, ni nada que se le parezca. Más bien vengo a mostrarles la razón por la cual me identifico tanto con un personaje de uno de mis fanfics. Una de las razones (millones de ellas, diría yo), por las cuales ser adolescente puede ser un problema, y por demás, uno bien fastidioso. Con eso de intentar mantener tu atención en una clase, cuando estás encerrado en un salón gran parte de tu día por cinco días consecutivos.

Pugnando por no quedarme dormida en clase de lengua castellana, contuve un bostezo al ver la mirada aguda y ligeramente acusadora que me dirigía la profesora desde su puesto junto al escritorio, mientras parloteaba sin cesar algo sobre el Renacimiento europeo, o tal vez sobre los concursos del día de humanidades, cuya cercanía se hacía poco a poco evidente. Aunque, afortunadamente, no era una de las cosas que más me preocupara en el colegio.

El ambiente asquerosamente caluroso que se filtraba al salón resultaba asfixiante, y quise levantar las persianas para recibir al menos una pizca de aire fresco que me impidiera la muerte cerebral que preveía en mi futuro próximo. Sí, tal vez uno de los síntomas de ella, era exagerar las cosas. O quizás era la adolescencia. Aún así, eran las persianas las que impedían que mi cerebro se derritiera y se convirtiera en una masa pegajosa que me saldría por los oídos. Ok, ahora se me estaban ocurriendo cosas asquerosas. Pero sí que entendía lo del calentamiento global y esas cosas que ponían a la gente a pensar sobre el medio ambiente. Me iba a rostizar.

Además, debo aclarar que resulta difícil pensar mientras escuchas a una profesora asignar tareas y consultas, escribes sobre lo que se te pasa por la cabeza para mantenerte despierta (aferrándote a un cuaderno y esfero cual náufrago a un salvavidas en el proceso), e intentabas sobrevivir al sol.

Tal vez yo sí que necesitaría terapia, pues lo más probable es que estuviera enloqueciendo, con esa manía de escribir sobre mí misma en tiempo pasado, como si no fuera en el mismo momento que una vaga idea se atrevía a asomarse por mi mente, que yo estaba plasmándola en el cuaderno a rayas con mi letra irregular y desordenada.

Me dolía el cerebro, abarrotado de ideas y acontecimientos que rodeaban mis pensamientos y me impredían concentrarme. Y claro, justo se me ocurría ponerme a escribir.

"Oxígeno, oxígeno por favor" gritaba una vocecilla en mi mente "Y tal vez un vaso de agua estaría bien".

Por cierto, era el cumpleaños de Shaoran Li: 13 de julio. Él se había convertido en mi primer amor platónico de anime, y... ¿por qué rayos divagaba acerca de eso justo ahora?

¿Pasa algo si te quedas mucho tiempo escuchando la cátedra de una profesora y exponiéndote al calor al mismo tiempo? ¿No es eso ilegal? Sí, sí, sería peor una clase de cálculo, pero entiendan que ahora no quiero ser madura ni aceptar las cosas así porque sí.

Y, vaya, ahora resultaba que tendría que escribir un cuento para lengua castellana, con una semana para hacerlo.

¿No que querías escribir?

Wao, bien hecho, pequeña Einstein. Ahora duérmete y acaba de completar.

Profesora, ya sonó el timbre... ¿podemos irnos?

Oh, sí, claro. Debemos seguir copiando hasta que note que realmente es momento del descanso, como suele pasar a veces.

¡Libertad!

¿Y tú qué haces aquí sentada?


Sí, otra prueba de que estoy desquiciada, pero eso no es novedad xD.

viernes, 3 de julio de 2009

Una carta más

Empecé a escribir estas palabras sin ser consciente siquiera de que escribía una carta. Luego me di cuenta y me invadió la nostalgia, porque la última vez que lo hice, las lágrimas no paraban de salir de mis ojos mientras en mi cabeza todo era enredos y confusión, que intenté cubrir al convencerme a mí misma de las cosas que en ese momento me parecieron mejor. Después de todo, siempre fuiste alguien importante para mí. Cuando sonreíste, sonreí contigo. Cuando sufriste, sufrí contigo. Me preocupé tanto por tí cuando te fuiste de un momento a otro, soltando unas escuetas palabras, que dolió. Luego, cuando explicaste tus motivos, me preocupé aún más, pero una vez me dijiste que te encontrabas mejor, intenté calmarme. El tiempo pasó y todo empezó a ser tan confuso, que la niebla llenó mi campo de visión y tomé el camino incorrecto. Incluso cuando me hiciste notar mi error, lo hiciste con ese cariño de antaño. Pero supimos que no sería como antes. A ti te llenaba el dolor y la decepción, a mí la culpabilidad y la pena. Muchas cosas ocurrieron después, hasta que finalmente comprendí que las cosas tenían que suceder de alguna manera, porque no existía modo de cambiar su curso, porque ya lo había decidido sin saberlo al cometer el error que nos había llevado a donde estábamos. Porque cambiar el futuro era posible, y yo ya lo había hecho de manera involuntaria. Me conformé con saber de ti cada vez que pudiera, diciéndome en silencio que sería mejor así, que lograrías estar bien, y así yo lo estaría. Otras personas quedaron afectadas en medio de lo que sucedió, y por eso también, me dije que debía aprender a mirar hacia adelante, porque era lo que tú harías. Y aquí estoy ahora, repitiendo las mismas palabras como si fuera una lección escolar, aprendiendo a estar cada vez mejor, y de vez en cuando, secretamente deseando que sepas algo de mí, como ahora. Desearía que supieras que esto es para tí, lo que no dudo que pasaría al instante en que leyeras estas palabras; sin embargo, otra parte de mí grita desesperada que eso sería sólo un camino de vuelta al dolor, y además, se encuentra aterrorizada ante la posibilidad de que interpretes mis palabras como algo negativo, o falso. Después de todo, la sensatez y el corazón no siempre van de la mano. Pero las decisiones tomadas a conciencia, deben mantenerse, no importa qué, porque tienen razones detrás. Aún así, sólo quisiera decir… todavía lo siento, y siempre lo haré.

domingo, 28 de junio de 2009

Determinación

Era como un pozo sin fin, o una canción repitiéndose indefinidamente en mi cabeza. Oh, era porque de hecho la canción sí se estaba repitiendo. Porque no podía dejar de aferrarme a ella como un salvavidas, como la única manera de expresar mis sentimientos. Porque tarareaba o exclamaba con furia la letra, que contenía algunos pedazos que parecían haber sido escritos por mí, o algo. No que yo escribiera canciones, ni nada. Solté el aire de mis pulmones de repente, y vi mis hombros deslizarse hacia abajo mientras intentaba no pensar en nada. Sin éxito, en realidad. Sin embargo, parte del dolor se había ido. O no. Más bien había quedado enterrado en medio de mi determinación por seguir adelante a toda costa, y dejar a las demás personas vivir su vida a su antojo. No había nada más a mi alcance, sino mirar al frente con el consuelo de que aún me quedaban algunas personas en quienes sabía, podía confiar. Después de todo, los instantes de felicidad no se alcanzaban con quejas alrededor de la situación que tocaba vivir. Sin embargo, debía procurar deshacerme de toda esperanza en cuanto a ciertas cosas. Si no tienes esperanza, evitas desilusionarte después. No es que en realidad no pensara que la esperanza era algo importante. Sólo que sabía que hay que intentar tener prudencia para no ilusionarse en cosas que no tinenen razón de ser. Se me había acabado el esparadrapo, la aguja y el hilo para cerrar o cubrir las heridas, y no renovaría existencias por un tiempo. Aún así, podría seguir adelante.

lunes, 8 de junio de 2009

Final

Todo tiene un principio y un final. ¿Significa eso que ha llegado la hora? ¿Hay alguna manera de evitarlo?

“No”.

Cuando un ciclo se cierra, aparece una nueva puerta. ¿Será esta mejor que la anterior?

“Lo dudo”.

Tal vez sea mejor así. El dolor no es eterno.


“El dolor es parte de la vida. Siempre te acompañará”.

Hay maneras de superarlo.


“Tal vez no la encuentres”.

Tal vez sí. En un nuevo comienzo, sólo debes encontrar la fuerza que tenías guardada. Hay más. La creas con cada situación difícil. Cada comienzo es complicado, con el dolor de dejar atrás los buenos acontecimientos que viviste, los recuerdos, pero es posible.

“No eres una máquina. No tienes suficiente materia prima. No es un cuento de hadas. No es tan fácil como parece.”

No, no es fácil. Pero no es imposible, y con eso basta.

domingo, 7 de junio de 2009

Sala de emergencias (?) en un centro comercial.

Hay cosas que le suceden a todo el mundo. Como eso de trasnocharse para hacer trabajos larguísimos con toda la dedicación, para que, al momento de presentarlo, resulte que el profesor no asistió y no dejó la orden de recogerlos. O lo de olvidar un trabajo, y que ese día sí que lo revisen. Y dupliquen el porcentaje de valor de esa nota, por ejemplo. O lo de olvidar la sombrilla el día que le dio por llover. O eso de hablar mal de una persona, y que ese individuo haya coincidido con tu ubicación tiempo-espacio en ese instante.

Sí, cosas comunes de esas que me han pasado muchas veces. Pero lo de hoy sí se dio garra.

Vamos a ver… es así como cuando uno va a cine y el primo va a comprar las boletas, y uno con el hermano de cinco años detrás. Pues bien, estábamos junto a las escaleras del tercer piso de Salitre Plaza (mi madre y abuela recién entraban al cc, pues habíamos salido más rápido nosotros), cuando mi primo, apresuradamente, me dijo que se adelantaría corriendo para comprar las entradas de “Up”, para la función de las 3 de la tarde. Claro, todo muy normal hasta allí. Aunque, cuando Santiago salió a correr en medio el gentío, preocupada porque pudiera perderse, lo imité. En medio de la prisa, y no sé qué otra cosa, me las arreglé para incrementar mi torpeza al nivel en que eres capaz de tropezarte con cualquier cosa –incluso tus propios pies-, mi cuerpo se inclinó hacia adelante y trastabillé en el suelo plano del centro comercial.

En ese momento, básicamente pensaba cosas del tipo “No, no, ¡A mí no!” y también “Deja de mirarme, tú, niña. Mira a tu madre que por algo está a tu lado”, “Si fuera vampiro, esto no estaría pasando”, y “No puedo caerme aquí, en frente de toda esta gente”. Pero, claro, para no caerme, automáticamente planté mis pies en el piso buscando estabilizar mi cuerpo y, oh sorpresa! Estaba tan inclinado q lo q pasó fue q sobre esforcé mis rodillas, algo así como apoyando todo el peso hasta intentar cerrarlas hacia adelante (?). Sí, lo sé. Qué dolor más tenaz. A mi favor puedo decir que la posición de los pies fue acto reflejo.

Bueno, luego de eso… básicamente yacía tendida boca abajo contra el suelo, encogiéndome del dolor e incapaz siquiera de proferir maldiciones. Además, tenía sobre mí las miradas de las personas que hacían fila para el cine (montones), las de fila para entrar a Creppes & Waffles, las personas que almorzaban en Jenno’s Pizza, la gente que subía las escaleras eléctricas, las que se encontraban en cuanto local aledaño había, y… cualquier baboso que le hubiera dado por pasar por ahí en ese justo momento.

¿Pero saben? El escarnio público no termina ahí. Al escuchar el golpe, mi hermano se devolvió, y mi primo detrás de él. Mientras él intentaba levantarme, yo respondía que no podía, tal vez un poco como lo hiciera una niña pequeña, malcriada y caprichosa. Pero me importaba un comino. En vista de que planeaba quedarme allí inmóvil un momento más, apareció un vaso de agua de quién-sabe-dónde, y me tomé la mitad… tal vez estaba histérica, o me vieron la cara de loca. Mientras eso pasaba, cuestión de uno a dos minutos, ya tenía dos empleados de seguridad a mí lado, y las vocecillas de “Se cayó”, “Pobrecita”, resonando en mis oídos. Los empleados aseguraron que habían llamado a los paramédicos para los primeros auxilios y, efectivamente, en pocos segundos estaban allí dos mujeres vestidas con uniforme. Me acercaron una silla, me senté y empezaron los comentarios y preguntas de “¡Está muy pálida!”, “¿Estás mareada?”, “¿Tienes náuseas?”, “¿Qué te duele?”. Me tomaron la presión arterial, y en ese momento apareció mi mamá junto con mi nana (abuela). Mi primo contó lo sucedido y luego de una revisión a la rodilla, me preguntaron si me podía poner de pie. Con algo de esfuerzo, lo hice.

Y entonces, cuando todo parecía terminar, una de las mujeres dijo “Ya viene la silla de ruedas, es mejor llevarla a la enfermería para examinarla bien”.

¡No, no, y no! Dios, ¿por qué me haces esto?

Por mucho que dije que podría caminar, la silla llegó y me sentaron allí. A los ojos de todos los curiosos, me transportaron hasta el otro lado de esa zona, y me metieron en un ascensor que ni sabía que existía. Me llevaron a la enfermería, me colocaron hielo, checaron los signos vitales y, en conclusión, dijeron que parecía ser únicamente el esfuerzo de la rodilla, pero que si sentía dolor intenso, debía pedir cita médica para radiografía. Así salí cojeando del brazo de mi madre, y como nota agregada, puedo decir que en el segundo piso, uno de los de seguridad me preguntó si ya estaba bien. Sí, ahora seré famosa como la niña que se tropezó con sí misma y acabó dándole un beso de infarto al suelo. Qué alentador.

Y así estoy ahora, queridos amigos, sentada frente al PC, con una venda en la pierna izquierda, y quejándome del frío que hace. Pero al menos pude entrar a cine (de 4). “Up” me encantó, pero ya es hora de dejar de escribir sobre mis chocoaventuras, y hacer una tarea, o algo.

Ahí se ven.

sábado, 16 de mayo de 2009

Français

Mayo 16 de 2009. Mi primer día de clases de francés. La verdad es que el curso empezó ocho días antes, pero para mí iniciaría hoy. Me recogerían a las 6 de la mañana en la portería, así que me levanté con cuarenta minutos de anticipación, y, entre alistar todo y medio arreglarme, estuve lista para irme dos minutos antes, así que tuve que llevarme medio desayuno en la mano. Como me habían apretado los brackets, tardé más o menos media hora en comer la tortilla con jamón que me había dado mi mamá, y llegué con el conductor a casa de mi prima. Ella tenía clases en la universidad a las 7 de la mañana en el centro de la ciudad, y las mías empezaban a la misma hora en el norte.

Le subí el volumen a mi iPod mientras esperábamos, y evité a toda costa mirar el celular para consultar la hora. Cuando bajó, fuimos a su oficina a recoger un recibo (que al final nunca encontramos), y salimos directo hacia la universidad. En el camino, ella me preguntó si tenía dinero para el descanso, y la verdad es que yo no llevaba nada encima. A ella se le había quedado la billetera, así que le pidió dinero al conductor, pero éste sólo tenía un billete de alta denominación, que sería imposible cambiar a esa hora. Ahí empezó todo… al llegar a la universidad entré con ella para ver si en la cafetería, comprando algo, le cambiaban el billete.

Una vez crucé la puerta de acceso, intenté memorizar mentalmente cada detalle del camino (incluyendo aquello de letreritos y salones), sabiendo que mi total carencia de sentido de la orientación me brindaría muchas oportunidades de perderme, incluso en un trayecto corto como aquel. Cuando vimos que no se pudo cambiar el billete, mi prima me dijo que me devolviera por donde había entrado, que el conductor me estaría esperando. Claro, no contó con que mi complejo Ryoga (Ranma ½) entraría en acción. Crucé un par de pasillos antes de admitir que estaba perdida y debía pedir ayuda a alguien. Cuando lo hice, logré salir y subir a la camioneta. Recorrimos rápidamente el trayecto y llegamos rápidamente a la dirección. Claro, el único problema es que no había nada ahí.

Bajamos a buscar el sitio a pie, (yo seguía evitando toparme con el celular, sabiendo que habían pasado de las siete), y al preguntar, nos dijeron que teníamos un pequeño error en la dirección. De vuelta en la camioneta, el freno de mano se trabó, y cuando por fin funcionó nuevamente, nos dirigimos rápidamente al lugar. Me bajé de la camioneta, me despedí con la mano y entré. Lo primero que se veía al cruzar la puerta era una mesa larga y detrás de ella, un computador, un montón de afiches y algunos libros y cuadernos organizados pulcramente. En lo demás no me fijé. Dos mujeres estaban sentadas allí y yo, aún agotada por la carrera anterior (buscando la dirección), pregunté por mi clase.

Todo habría sido perfecto entonces. De no ser porque no había ninguna Erika Melissa Ariza González registrada. Y Christian Ariza González no era precisamente mi nombre. Angustiada por los veinte minutos de retraso, pregunté qué podría hacer. Al verme así, una de las mujeres me prestó sus libros y me dijo que asistiera a clases, que ya podría inscribirme al salir. Luego me dijo que fuera al salón número tres, y me indicó que quedaba hacia el fondo, a la derecha. Pero claro, mi cerebro súper desarrollado no pudo procesar tales palabras, y acabé bajando por unas escaleras hacia la derecha. Una vez más me perdí, y llegué incluso a un patio que ni al caso.

Supe lo que eran las ganas de golpear mi cabeza contra las paredes, pero decidí que no tenía tiempo para eso. Me devolví a la recepción y me repitieron el comando. Esta vez llegué frente a la sala indicada. Golpeé tan suave que me pregunté si me habrían escuchado; pero pronto una mujer de rostro amable abrió y soltó un montón de frases en francés de la que sólo pude entender “¿Cómo te llamas?”, aplicando la lógica, y el concepto que había escuchado en alguna ocasión. Sin estar muy segura de lo que decía, respondí “Je m’appelle Erika”. Entré y me ubiqué entre dos mujeres mayores que yo, y sin embargo jóvenes, y saqué mi cuaderno nerviosamente mientras explicaba (en español, naturalmente) quién era y las razones por las cuales estaba allí. Ahí comenzó la clase normalmente, y lo demás es historia (?).

PD: Deux mille neuf (lo siento, esto es sólo para molestar a alguien xD)

jueves, 7 de mayo de 2009

Farsa

"Me encogí de hombros, dejando que las lágrimas corrieran libremente por mis mejillas. En el momento en que escuché sus palabras retumbar en mi mente, casi pude oír el sonido en mi interior: tan seco y duro, como si un hueso se hubiera quebrado. Tal vez en realidad algo se había roto, pero no sabía exactamente qué era, ni si podría restaurarlo alguna vez. Dejé que la debilidad de mis rodillas cediera, y caí contra el piso con un golpe ruidoso.

Ya no importaba. Había dejado de ser consciente de la realidad a mi alrededor, y sólo el pasado me daba vueltas en la cabeza, las imágenes golpeando mi mente con fuerza abrumadora. Sentí un extraño sabor en la boca, y descubrí que me había estado mordiendo el labio hasta que éste había llegado a sangrar levemente. Aflojé la presión de mis dientes, pero el sólo movimiento me llevó a proferir un sollozo lleno de dolor.

Entonces fui consciente que, de un momento a otro, el llanto cesó, y las sensaciones que antes corrían desenfrenadamente por mi cuerpo, ahora parecían reducidas a nada. Levanté la mirada y descubrí que había amanecido. Ahora podía comenzar mi farsa, la farsa para jugar a ser feliz. Acaricié mi nueva máscara imaginaria con una mueca de ironía, y esperé en silencio lo que vendría."


Jajaja ok, cada día salgo con una cosa que... Pero la verdad me hace demasiada falta escribir -desde esta mañana, tenía la mayoría de este escrito redactado en la cabeza, y ni siquiera como un prospecto, sólo me vinieron a la mente y ya-, y cada que lo hago, me salen estas cosas con tintes emo xD. En fin, espero más tarde publicar algo en el LiveJournal :)

lunes, 4 de mayo de 2009

My happy ending

"...En ese momento comprendí todo de golpe: lo que había pasado, lo que pasaba, y lo que pasaría. Mis ilusiones se fueron al suelo como empujadas por un yunque de toneladas y toneladas de peso. Esbocé una sonrisa rota y me dije que las cosas pudieron haber salido peor. Después de todo… me había preparado mentalmente para ello, ¿no? Bueno, tal vez un día eso sí sirviera de consuelo.

Me quedé en silencio unos segundos, tratando de asimilar todos los sucesos, y comprendí que así serían las cosas, y no había nada que yo pudiera hacer para cambiarlo. No de momento, y quizás jamás. Me encogí de hombros y decidí que, mientras más pudiera disfrutar el momento, más recuerdos tendría para atesorar. Aunque anhelaba con todas mis fuerzas regresar al pasado y cambiar las cosas, intenté decirme que las cosas tenían una razón, que todo pasaba por algo y que sería señal de cosas nuevas por venir. Intenté saborear el momento, e incluso lo logré. Luego… bueno, estoy aquí, con un sentimiento indescriptible… fusión de alegría por los recuerdos, duda por la sospecha, y dolor por la pérdida. Seguramente un día todo será distinto; sí, tiene que haber algo más. Ese es mi final feliz".


Jajaja 5mentarios (?), sólo diré qu, para variar, esto me salió en unos tres o cinco minutos, algo así. Ahí se ven.

sábado, 28 de febrero de 2009

Una más de la colección

Una palabra puede destruir mil momentos, mil recuerdos, mil sensaciones, mil emociones, mil miradas. Puede clavarse profundamente en el corazón y desembocar en un dolor indescriptible, oscuro, infinito. Es como sentirlo todo y nada a la vez, como si los sentimientos escaparan del cuerpo y dejaran un recipiente vacío, insensible. Muerto.

Una palabra puede corregirse, pero una vez dicha, para bien o para mal, deja cicatrices imborrables, una huella en el pecho que puede llegar hasta lo más fondo del alma. O puede ser superficial y vana, llena de mentiras y falsedad. Pero tal vez hiera del mismo modo que las que son expresadas con la mayor sinceridad.

Las palabras pueden expresar el comienzo de un nuevo futuro, lleno de esperanza, o anunciar el punto final a un pasado y un presente, mostrando los restos de lo que ya no podrá ser, y arrasando a su paso con el halo de luz que iluminaba una vida.

Y sin embargo, una palabra, una sola palabra, puede ser el primer paso para la reconstrucción de algo, para el nacimiento de una nueva verdad y un bálsamo para las heridas. Puede regresar la sensibilidad al cuerpo, y la vida al alma. Una sola palabra puede ser la raíz del convencimiento de que las cosas sí pueden cambiar.


Bueno people, ahí tienen un escrito más, tal vez más emo que los anteriores, ¿quién sabe? Yo solo digo que no releí eso, y no creo q tenga cerebro para corregirlo, así que ya doy por hecho que entienden q eso seguramente tiene muchas fallas.

Vemos.