Bueno, tras siglos sin pasarme por aquí, traigo otra vez algo corto y con una dosis de azúcar insoportable. No tiene ni pies ni cabeza pero... ahí les va:
Lo abracé con tanta fuerza como mis brazos me permitían. Las lágrimas pugnaban por salir de mis ojos, pero yo me apreté contra su pecho musitando palabras que ni siquiera lograba entender. Me separé de él y murmuré una súplica tan claramente como me fue posible. Pero, obviamente, eso no tenía razón de ser, ni principio, ni fin. No había motivos, ni tiempo ni espacio. Sólo era una sensación que estaba allí y ya; unas ganas inconmensurables de abrazarle y tenerlo a mi lado por tanto tiempo como me permitiera mi propia existencia. Tristemente, lo solté y lo dejé ir…
En fin... un saludo para el que esté leyendo esto.
lunes, 1 de septiembre de 2008
Suscribirse a:
Comentarios (Atom)
