Bueno, aquí les presento mi última ocurrencia, un cuento de terror...
A mí lo que me parece es que estos días he estado muy traumada con el tema, y dudo que alguien de verdad lo vaya a leer, pero ¿Qué mas da?
Había empezado el proyecto como un escrito que no tenía pies ni cabeza, de ningún género en especial, sólo con dos párrafos, pero hoy escribí el resto, y terminó siendo un intento de cuento con demasiada influencia de "Historias de ultratumba" (Discovery Channel) y algún vago intento de mi imaginación...
A mí lo que me parece es que estos días he estado muy traumada con el tema, y dudo que alguien de verdad lo vaya a leer, pero ¿Qué mas da?
Había empezado el proyecto como un escrito que no tenía pies ni cabeza, de ningún género en especial, sólo con dos párrafos, pero hoy escribí el resto, y terminó siendo un intento de cuento con demasiada influencia de "Historias de ultratumba" (Discovery Channel) y algún vago intento de mi imaginación...
Si alguien se toma la molestia de leerlo, me gustaría leer su comentario al respecto =).
Una noche en la cabaña de Montana.
Era una tarde de enero, las gotas de lluvia resbalaban lentamente por el cristal que dejaba ver un paisaje hermoso, donde las hojas de los árboles brillaban por la humedad, y sus ramas se mecían tranquilamente produciendo una melodía relajante y suave, opacada por el sonido de la madera consumiéndose en la chimenea de la enorme cabaña.
La joven se puso de pie y sonrió antes de dar la espalda a la ventana y ver a su perro acomodado en el suelo, disfrutando del calor de la chimenea mientras dormía; de nuevo una sonrisa iluminó su rostro pensando en lo perezoso que podía llegar a ser aquel hermoso can.
--“No tienes remedio”
Se agachó para acariciarlo por algunos segundos, y luego se levantó de nuevo, caminando en dirección a la cocina; la casa en sí era enorme, pero la cocina tenía un tamaño impresionante, con dos refrigeradores en los extremos, cajones por doquier y un diseño moderno en forma de isla, combinado con la decoración en madera que le daba al lugar un aspecto encantador y hogareño, la hacían sentirse realmente en su casa, aunque de hecho la cabaña fuera alquilada.
Mientras preparaba un par de huevos batidos, la luz eléctrica súbitamente se apagó, y aunque no quedó sumida en la penumbra, no pudo evitar sentir un escalofrío recorrer su espina dorsal instantáneamente, permaneció inmóvil en su posición esperando en vano a que la luz regresara, y no supo cuánto tiempo llevaba allí, pero poco a poco la oscuridad llenaba la cocina.
Con el corazón ligeramente alborotado, logró poner sus sentidos en orden y caminar hacia la sala de nuevo, se dio cuenta por el enorme ventanal, que ahora no sólo estaba más oscuro el cielo, sino que seguramente estaba por llover; aunque nunca había sido una mujer miedosa, en ese momento el pánico la invadía; volteó a ver la chimenea, y su golden retriever había desaparecido.
--Vamos, Sato, no me juegues estas bromas—murmuró sonriendo débilmente --¿Dónde te has metido, perro travieso?—añadió mientras empezaba a buscar a su mascota con la mirada.
De repente, una enorme luz invadió por un par de segundos toda la casa, obligándola a soltar un grito de espanto; mientras el sonido del potente trueno invadía sus oídos; la joven se quedó estática mirando a su alrededor una vez el rayo había pasado, y poco después la luz de la cocina se encendió.
--Espero que ya sea mañana, no quiero seguir estando sola con este perro perezoso en esta cabaña tan grande—se dijo en voz alta –Pero qué tontería, si nunca he sido una persona miedosa, y ahora un pequeño rayo me espanta.
Un par de horas después, se encontraba en su cama leyendo una revista, con el enorme perro a los pies de la cama; de repente, el can se levantó y empezó a ladrar furiosamente.
--¿Qué pasa, Sato?
El perro continuaba ladrando, volteando a mirar en distintas direcciones, y súbitamente la lámpara de la mesa de noche se apagó, dejando el cuarto iluminado por la luz de la luna llena, y marcado por la sombra de los árboles que se veían alrededor, cuyas ramas se movían furiosamente.
Ella empezó a temer, y sin levantarse de la cama, llamó al perro con una seña, pero éste seguía intranquilo, de repente, se escuchó que llamaban a la puerta dos veces.
Un escalofrío recorrió su espina dorsal con rapidez, y una sensación de inquietud y ansiedad la invadió; ¿Quién podría estar golpeando la puerta de su cuarto cuando supuestamente era la única persona en la casa?
Tragó duro y estaba a punto de preguntar quién era, cuando en la puerta se escuchó un par de leves rasguños.
La joven contuvo la respiración, mientras lágrimas de angustia recorrían sus mejillas; sentía su corazón latir rápidamente, y su propio pulso incluso hasta la punta de sus dedos.
Presa de la desesperación, apretó los ojos con fuerza y se abrazó al perro, que aún se movía inquietamente y movía la cola a gran velocidad, en ese momento, escuchó un leve goteo, como un líquido pegajoso cayendo gota a gota al suelo; aterrorizada por el sonido y segura de que se trataba de sangre, continuó estática en su sitio sin abrir los ojos, hasta que, después de algunos segundos, la luz de la habitación y la lámpara se encendieron.
Ella suspiró separándose del can, y con una sensación de temor incontrolable acarició la cabeza del animal, antes de darse la vuelta, cubrirse con la manta y abrazar la almohada, dispuesta a intentar conciliar el sueño con ambas luces encendidas.
Sin embargo, como era natural, no podía dormir pensando en lo sucedido, y las lágrimas aún resbalaban por su rostro, por lo que tardó bastante tiempo en conciliar el sueño, y poco antes de hacerlo, sintió cómo el perro se levantaba el suelo y se acostaba en la cama junto a ella.
Algunas horas después, entre sueños, empezó a escuchar algunos pasos, fuertes y lentos, como marcando el ritmo de su corazón; sintiendo pánico de nuevo, se removió en la cama sin abrir los ojos, y trató de convencerse a sí misma de que era sólo paranoia, al tiempo que volteaba a ver la pared, donde también estaba el ventanal, y dando la espalda al resto del cuarto, intentó tranquilizarse.
Sin embargo, algunos minutos después de que los pasos cesaran tan rápido como al parecer habían iniciado, pudo escuchar una voz masculina.
--Ella se fue… ¿Por qué crees tú que puedes venir aquí entonces?—preguntó llena de desesperación y dolor.
La joven contuvo la respiración, mientras su incondicional amigo se levantaba súbitamente, mirando en dirección opuesta al ventanal, y ladrando descontroladamente, pero la voz se escuchaba cada vez más fuerte.
Debatiéndose entre permanecer quieta escuchando los reclamos del hombre, o voltearse y enfrentarlo, decidió hacer lo último, y entonces lo que vio la dejó aterrada.
Una figura masculina robusta, aparentemente ‘difuminada‘, le miraba con rencor. El cabello descuidado caía hasta los hombros en pequeños rizos castaños, la barba parecía empezar a nacer después de un día de no afeitarla, y la ropa estaba hecha añicos; por la frente del extraño parecía salir sudor, y de sus ojos brotaban lágrimas de desesperación; pero lo que más le impresionó fue el enorme hacha que sostenía en sus manos.
--Yo… trabajaba día a día desde muy temprano en la mañana para poder hacerla feliz, y ella nunca me valoró… porque estaba con él—añadió empezando a temblar de ira, y cambiando su mirada completamente.
La luz empezó a parpadear, y el extraño levantó el hacha acercándose a ella lentamente.
--¿No lo entiendes?—inquirió –Ella me engañó, maldita bruja, ¡maldita!—exclamó al tiempo que levantaba aún más el hacha, y el perro saltaba de la cama mientras la joven sólo miraba aterrorizada.
Ella empezó a rezar con palabras inentendibles sin quitar su mirada del extraño, que continuaba acercándose, como si se moviera a cámara lenta, y entonces encontró el valor para gritar.
--¡Tú, tú la mataste, eres un asqueroso asesino!
El hombre se detuvo y la miró con asombro, para luego dejar caer el hacha al suelo –pese a que no produjo sonido alguno, dejó una enorme marca en el suelo de madera—y mirarla con espanto.
--¡Yo jamás haría eso, la amé con toda mi alma!
--¡Tú fuiste, cobarde!—seguía gritando ella –la asesinaste porque te engañó.
Él la miró confundido, y poco a poco nuevas lágrimas empezaron a recorrer su rostro, antes de que desapareciera, dejando la luz de la habitación encendida.
Ella quedó en shock por unos segundos, pero en seguida el perro retomó su lugar en la cama, y ella sólo atinó a abrazarlo, temblando a causa de los nervios.
Varias horas después, la luz del sol matutino llenaba la alcoba, iluminando la mesa de noche y la cama, así como el rostro delicado de la joven que dormía en ella; poco a poco ella fue despertando, y, empezó a pensar en los sucesos anteriores, segura de que todo había sido una mala pasada de su mente y no había sido víctima más que de una pesadilla.
Sin embargo, al sentarse en la cama y apoyar los pies en el suelo, sintió una deformidad en la madera, y al inclinarse para mirar, pudo ver un gran hoyo en él.
¿Fin?
Era una tarde de enero, las gotas de lluvia resbalaban lentamente por el cristal que dejaba ver un paisaje hermoso, donde las hojas de los árboles brillaban por la humedad, y sus ramas se mecían tranquilamente produciendo una melodía relajante y suave, opacada por el sonido de la madera consumiéndose en la chimenea de la enorme cabaña.
La joven se puso de pie y sonrió antes de dar la espalda a la ventana y ver a su perro acomodado en el suelo, disfrutando del calor de la chimenea mientras dormía; de nuevo una sonrisa iluminó su rostro pensando en lo perezoso que podía llegar a ser aquel hermoso can.
--“No tienes remedio”
Se agachó para acariciarlo por algunos segundos, y luego se levantó de nuevo, caminando en dirección a la cocina; la casa en sí era enorme, pero la cocina tenía un tamaño impresionante, con dos refrigeradores en los extremos, cajones por doquier y un diseño moderno en forma de isla, combinado con la decoración en madera que le daba al lugar un aspecto encantador y hogareño, la hacían sentirse realmente en su casa, aunque de hecho la cabaña fuera alquilada.
Mientras preparaba un par de huevos batidos, la luz eléctrica súbitamente se apagó, y aunque no quedó sumida en la penumbra, no pudo evitar sentir un escalofrío recorrer su espina dorsal instantáneamente, permaneció inmóvil en su posición esperando en vano a que la luz regresara, y no supo cuánto tiempo llevaba allí, pero poco a poco la oscuridad llenaba la cocina.
Con el corazón ligeramente alborotado, logró poner sus sentidos en orden y caminar hacia la sala de nuevo, se dio cuenta por el enorme ventanal, que ahora no sólo estaba más oscuro el cielo, sino que seguramente estaba por llover; aunque nunca había sido una mujer miedosa, en ese momento el pánico la invadía; volteó a ver la chimenea, y su golden retriever había desaparecido.
--Vamos, Sato, no me juegues estas bromas—murmuró sonriendo débilmente --¿Dónde te has metido, perro travieso?—añadió mientras empezaba a buscar a su mascota con la mirada.
De repente, una enorme luz invadió por un par de segundos toda la casa, obligándola a soltar un grito de espanto; mientras el sonido del potente trueno invadía sus oídos; la joven se quedó estática mirando a su alrededor una vez el rayo había pasado, y poco después la luz de la cocina se encendió.
--Espero que ya sea mañana, no quiero seguir estando sola con este perro perezoso en esta cabaña tan grande—se dijo en voz alta –Pero qué tontería, si nunca he sido una persona miedosa, y ahora un pequeño rayo me espanta.
Un par de horas después, se encontraba en su cama leyendo una revista, con el enorme perro a los pies de la cama; de repente, el can se levantó y empezó a ladrar furiosamente.
--¿Qué pasa, Sato?
El perro continuaba ladrando, volteando a mirar en distintas direcciones, y súbitamente la lámpara de la mesa de noche se apagó, dejando el cuarto iluminado por la luz de la luna llena, y marcado por la sombra de los árboles que se veían alrededor, cuyas ramas se movían furiosamente.
Ella empezó a temer, y sin levantarse de la cama, llamó al perro con una seña, pero éste seguía intranquilo, de repente, se escuchó que llamaban a la puerta dos veces.
Un escalofrío recorrió su espina dorsal con rapidez, y una sensación de inquietud y ansiedad la invadió; ¿Quién podría estar golpeando la puerta de su cuarto cuando supuestamente era la única persona en la casa?
Tragó duro y estaba a punto de preguntar quién era, cuando en la puerta se escuchó un par de leves rasguños.
La joven contuvo la respiración, mientras lágrimas de angustia recorrían sus mejillas; sentía su corazón latir rápidamente, y su propio pulso incluso hasta la punta de sus dedos.
Presa de la desesperación, apretó los ojos con fuerza y se abrazó al perro, que aún se movía inquietamente y movía la cola a gran velocidad, en ese momento, escuchó un leve goteo, como un líquido pegajoso cayendo gota a gota al suelo; aterrorizada por el sonido y segura de que se trataba de sangre, continuó estática en su sitio sin abrir los ojos, hasta que, después de algunos segundos, la luz de la habitación y la lámpara se encendieron.
Ella suspiró separándose del can, y con una sensación de temor incontrolable acarició la cabeza del animal, antes de darse la vuelta, cubrirse con la manta y abrazar la almohada, dispuesta a intentar conciliar el sueño con ambas luces encendidas.
Sin embargo, como era natural, no podía dormir pensando en lo sucedido, y las lágrimas aún resbalaban por su rostro, por lo que tardó bastante tiempo en conciliar el sueño, y poco antes de hacerlo, sintió cómo el perro se levantaba el suelo y se acostaba en la cama junto a ella.
Algunas horas después, entre sueños, empezó a escuchar algunos pasos, fuertes y lentos, como marcando el ritmo de su corazón; sintiendo pánico de nuevo, se removió en la cama sin abrir los ojos, y trató de convencerse a sí misma de que era sólo paranoia, al tiempo que volteaba a ver la pared, donde también estaba el ventanal, y dando la espalda al resto del cuarto, intentó tranquilizarse.
Sin embargo, algunos minutos después de que los pasos cesaran tan rápido como al parecer habían iniciado, pudo escuchar una voz masculina.
--Ella se fue… ¿Por qué crees tú que puedes venir aquí entonces?—preguntó llena de desesperación y dolor.
La joven contuvo la respiración, mientras su incondicional amigo se levantaba súbitamente, mirando en dirección opuesta al ventanal, y ladrando descontroladamente, pero la voz se escuchaba cada vez más fuerte.
Debatiéndose entre permanecer quieta escuchando los reclamos del hombre, o voltearse y enfrentarlo, decidió hacer lo último, y entonces lo que vio la dejó aterrada.
Una figura masculina robusta, aparentemente ‘difuminada‘, le miraba con rencor. El cabello descuidado caía hasta los hombros en pequeños rizos castaños, la barba parecía empezar a nacer después de un día de no afeitarla, y la ropa estaba hecha añicos; por la frente del extraño parecía salir sudor, y de sus ojos brotaban lágrimas de desesperación; pero lo que más le impresionó fue el enorme hacha que sostenía en sus manos.
--Yo… trabajaba día a día desde muy temprano en la mañana para poder hacerla feliz, y ella nunca me valoró… porque estaba con él—añadió empezando a temblar de ira, y cambiando su mirada completamente.
La luz empezó a parpadear, y el extraño levantó el hacha acercándose a ella lentamente.
--¿No lo entiendes?—inquirió –Ella me engañó, maldita bruja, ¡maldita!—exclamó al tiempo que levantaba aún más el hacha, y el perro saltaba de la cama mientras la joven sólo miraba aterrorizada.
Ella empezó a rezar con palabras inentendibles sin quitar su mirada del extraño, que continuaba acercándose, como si se moviera a cámara lenta, y entonces encontró el valor para gritar.
--¡Tú, tú la mataste, eres un asqueroso asesino!
El hombre se detuvo y la miró con asombro, para luego dejar caer el hacha al suelo –pese a que no produjo sonido alguno, dejó una enorme marca en el suelo de madera—y mirarla con espanto.
--¡Yo jamás haría eso, la amé con toda mi alma!
--¡Tú fuiste, cobarde!—seguía gritando ella –la asesinaste porque te engañó.
Él la miró confundido, y poco a poco nuevas lágrimas empezaron a recorrer su rostro, antes de que desapareciera, dejando la luz de la habitación encendida.
Ella quedó en shock por unos segundos, pero en seguida el perro retomó su lugar en la cama, y ella sólo atinó a abrazarlo, temblando a causa de los nervios.
Varias horas después, la luz del sol matutino llenaba la alcoba, iluminando la mesa de noche y la cama, así como el rostro delicado de la joven que dormía en ella; poco a poco ella fue despertando, y, empezó a pensar en los sucesos anteriores, segura de que todo había sido una mala pasada de su mente y no había sido víctima más que de una pesadilla.
Sin embargo, al sentarse en la cama y apoyar los pies en el suelo, sintió una deformidad en la madera, y al inclinarse para mirar, pudo ver un gran hoyo en él.
¿Fin?
